Cómo se desarrollan y aparecen los ataques de pánico
Un ataque de pánico suele aparecer de forma inesperada y repentina, y suele desaparecer en muy poco tiempo. Para un gran número de afectados, el pánico surge de la nada. Suena un poco trivial, pero no lo es. Para los afectados, que tienen que soportar ataques de pánico de vez en cuando o incluso más a menudo, suele ser una gran carga.
Definición y frecuencia
Un ataque de pánico se define como ataques de pánico repetidos (al menos una vez al mes) y el consiguiente temor a una enfermedad grave o a la proximidad renovada de una situación que podría desencadenar dicho ataque. Hasta un 22% de las personas experimentan un ataque de pánico de este tipo al menos una vez en su vida. No es infrecuente que el trastorno de pánico se agrupe dentro de una familia. Esta reacción de miedo se desencadena en la amígdala, que forma parte del área cerebral que conecta la información nueva con las emociones. La amígdala es responsable, entre otras cosas, del comportamiento emocional impulsivo y del control de la respuesta de miedo.
Ataques de pánico y síntomas que los acompañan
Quienes sufren ataques de pánico recurrentes experimentan auténticos ataques de ansiedad. Pueden surgir durante determinados encuentros (por ejemplo, perros, arañas), en determinados lugares (por ejemplo, ascensores, puentes, espacios abiertos) o en determinadas situaciones (por ejemplo, espacios cerrados, multitudes). En estos casos, están vinculados a un estímulo clave (desencadenante) que induce al pánico. Sin embargo, el miedo también puede atacar a la persona afectada sin motivo, como si surgiera de la nada. En ocasiones, un ataque de pánico puede desencadenar síntomas físicos muy graves. En ocasiones, éstas pueden adquirir tales proporciones que los afectados sospechan que detrás de ellas hay una enfermedad grave. Entonces sufren al menos cuatro de los siguientes síntomas, que también pueden darse simultáneamente:
- Mareos
- Falta de aliento
- Alteraciones sensoriales
- fuertes palpitaciones
- Temblor
- Ducha fría
- Sofocos
- Opresión o dolor en el pecho
- Asfixia
- Náuseas u otras molestias gastrointestinales
- Miedo a perder el control
- Miedo a la muerte
Algunos hiperventilan e inspiran y espiran muy deprisa, lo que puede provocar mareos y convulsiones e incluso desmayos. Mientras tanto, la ansiedad sigue aumentando. Normalmente, un ataque de pánico dura sólo unos minutos, pero en ciertos casos puede durar varias horas. Sólo cuando el ataque de pánico ha pasado su punto álgido y remite gradualmente, los síntomas también retroceden.
Los ataques de pánico suelen dejar su huella de forma permanente
Las personas que se han enfrentado a un ataque de pánico a lo largo de su vida no pocas veces desarrollan un miedo adicional muy arraigado. Porque siempre existe el temor de que esta circunstancia pueda repetirse. Para evitar que se llegue a ese punto, se evitan situaciones similares a aquella en la que se desencadenó el ataque de pánico. Las personas afectadas se retraen cada vez más y entran en un círculo vicioso de miedo. Cada vez más, el miedo a la ansiedad se apodera de la persona, provocando un retraimiento social y un fuerte deterioro de la vida cotidiana. Esto a menudo da lugar a problemas psicológicos adicionales, como trastornos de ansiedad, que es una forma patológica de miedo.
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