Movimientos oculares rápidos en EMDR: Por qué determinan el éxito o el fracaso
El EMDR se considera uno de los métodos más eficaces para procesar recuerdos perturbadores, tanto en terapia como en el autocoaching. Sin embargo, muchos subestiman cuán crucial es la calidad de los movimientos oculares para el éxito del método. En esta entrada, aprenderá por qué los errores ocurren frecuentemente aquí y cómo evitarlos.
El movimiento ocular no es un detalle, sino el núcleo
Los movimientos oculares rápidos son el principio central de acción del EMDR. Sin ellos, no puede ocurrir un procesamiento efectivo. Si bien también existe estimulación bilateral a través de sonidos o toques, mi experiencia terapéutica a lo largo de muchos años muestra repetidamente que los movimientos oculares correctamente guiados son difíciles de superar en su eficacia.
Y precisamente porque son tan centrales, su ejecución debe realizarse con especial cuidado.
Errores comunes: demasiado pronto, demasiado lento, demasiado impreciso
Un error común, tanto entre terapeutas como clientes, es terminar los movimientos oculares demasiado pronto. El proceso interno apenas comienza, pero la estimulación ya se interrumpe. La consecuencia: el alivio emocional no se produce o el cliente se queda con sentimientos intensos.
Igualmente problemático es un ritmo demasiado lento. Muchos comienzan con cautela, lo cual es comprensible. Sin embargo, movimientos demasiado lentos pueden hacer que el proceso se estanque. El EMDR requiere un movimiento ocular fluido y rápido, siempre adaptado a lo que aún es cómodo para la persona en cuestión.
La amplitud, es decir, cuán lejos se guían los ojos hacia la izquierda y la derecha, también es crucial. Si el movimiento permanece demasiado central, falta el impulso bilateral completo.
Repeticiones: La clave para la profundidad
Una sesión de EMDR no consiste en una sola pasada. Más bien, se trata de una alternancia rítmica entre el movimiento ocular y la retroalimentación interna. “¿Qué hay ahora?” – esta pregunta marca la transición a la siguiente ronda. Solo a través de repeticiones múltiples se despliega el efecto completo.
Por lo tanto, recomiendo a mis clientes: cuando sientas que estás “casi listo”, continúa por dos rondas más. No por sentido del deber, sino para dar al sistema espacio para regularse realmente. Los cambios más profundos a menudo ocurren después del punto en el que uno quería detenerse.
Por qué los dispositivos EMDR pueden ayudar
Las muchas repeticiones también son la razón por la que cada vez más terapeutas de EMDR trabajan con dispositivos. El clásico movimiento de la mano frente a los ojos del cliente tiene sus límites físicos: el brazo se cansa, el movimiento se vuelve irregular. Un buen dispositivo EMDR, por otro lado, proporciona una estimulación uniforme y sin fatiga, lo que puede mejorar significativamente la calidad de la sesión.
El desafío en el autocoaching
En el autocoaching, la problemática se vuelve particularmente evidente. Sin guía visual externa, es casi imposible realizar los movimientos oculares de manera correcta, fluida y durante un período prolongado, especialmente en momentos de carga emocional. Por esta razón, he desarrollado el método de autocoaching EMDR de tal manera que un estímulo externo, visualmente controlado, esté integrado desde el principio.
Solo así el método puede funcionar de manera segura y efectiva sin un terapeuta.
Conclusión: La técnica decide, no el método
Cuando el EMDR no funciona, en la mayoría de los casos no se debe al método en sí, sino a su ejecución.
Los movimientos oculares no son un aspecto secundario, sino la herramienta central.
Quien los comprende y aplica correctamente puede iniciar cambios profundos con EMDR, tanto en el entorno terapéutico como en el autocoaching.