Cómo podemos desaprender nuestros miedos en autocoaching con EMDR y las gafas EMDR Remstim 3000.
Las reacciones de miedo a veces se manifiestan como sensaciones silenciosas, pero lo más frecuente es que el miedo nos abrume con una multitud de síntomas que casi nos dejan sin aliento. Cuando nos persiguen nuestros miedos, sentimos como si nuestro miedo estuviera profundamente arraigado en nosotros; como si siempre hubiera formado parte de nosotros.
Sin embargo, en la mayoría de los casos, nuestro miedo es aprendido. Las causas pueden remontarse muy atrás en nuestro pasado, de modo que apenas podamos recordarlas. Lo bueno es que lo que una vez aprendimos, podemos volver a desaprenderlo.
Los objetos, cosas y situaciones que tememos son tan numerosos como variados.
La ansiedad adopta muchas formas. Por ejemplo como:
- Miedo a la altura
- Miedo a las arañas
- Miedo a las serpientes
- Miedo a los espacios cerrados
- Miedo a los exámenes
- Miedo a volar
- Miedo al dentista
- Miedo a hacer una gran entrada o incluso pánico a ruborizarse.
- y muchas otras formas
- Miedo a la altura
- Miedo a las arañas
- Miedo a las serpientes
- Miedo a los espacios cerrados
- Miedo a los exámenes
- Miedo a volar
- Miedo al dentista
- Miedo a hacer una gran entrada o incluso pánico a ruborizarse.
- y muchas otras formas
La amígdala tiene una gran influencia en el “aprendizaje” de los miedos. Como parte de nuestro sistema límbico y centro del miedo, el área cerebral también conocida como amígdala almacena y controla nuestro comportamiento temeroso. Lo que tememos y cuánto tememos de algo lo decide nuestra amígdala, que, con la ayuda de marcadores somáticos, crea y controla la memoria de nuestra experiencia emocional, especialmente de nuestros miedos.
¿Cómo aprendemos exactamente un miedo específico?
Según la teoría de los dos factores del psicólogo estadounidense Orval Hobart Mowrer de 1947, aprendemos los miedos en dos pasos(leer más). Pasaron otros 60 años hasta que Antonio Damasio postuló su teoría de los marcadores somáticos, que complementa y perfecciona funcionalmente este modelo explicativo con los resultados de la investigación cerebral moderna.
Por ejemplo, si experimentamos una situación que nos desborda y al mismo tiempo percibimos fuertes sensaciones estresantes y desagradables (dolor, vergüenza, culpa, asco, etc.), la experiencia y la excitación física que la acompaña se almacenan en la memoria corporal -en este caso- como un estímulo de miedo.
La excitación emocional y física que siente Einst desempeña un papel muy importante a largo plazo. Los marcadores somáticos harán que el acontecimiento se recuerde emocional y, en consecuencia, físicamente con aproximadamente la misma intensidad, incluso después de años en situaciones similares. Entonces sentimos miedo.
El nivel de excitación influye en el comportamiento posterior de ansiedad
Dependiendo del nivel de excitación que se produzca, nuestra memoria emocional de la experiencia se “carga” de energía. En consecuencia, nuestras reacciones ante el miedo varían. Mientras que la vista desde la torre de inmersión de 3 m (simplemente) despierta en nosotros una sensación de mareo y nos hace recelar, el mero pensamiento del examen que se avecina puede bastar para hacernos sudar, para que nuestro corazón lata desbocado. El bloqueo del aprendizaje resultante puede destruir cualquier ambición de aprender.
Dependiendo del grado de emociones y sentimientos experimentados, se evitan las fases de sueño REM en el ciclo de sueño que sigue al acontecimiento incisivo. Nos sacuden literalmente del sueño reviviendo el suceso, normalmente por la noche.
Esto tiene consecuencias de largo alcance, porque se ha determinado que el sueño REM es la fase del sueño que nos permite procesar nuestras experiencias, especialmente desde el punto de vista cognitivo, e integrarlas en nuestro cerebro como recuerdos articulables. El sueño REM es extremadamente importante para nuestro descanso nocturno.
Lea también el siguiente artículo:
Cómo influyen los marcadores somáticos en nuestras vidas
Los marcadores somáticos se hacen sentir con la ayuda de reacciones corporales de intensidad variable A menudo se observa que una situación (estímulo externo) sólo desencadena un poco de piel
Cómo influyen los marcadores somáticos en nuestras vidas
Los marcadores somáticos se hacen sentir con la ayuda de reacciones corporales de intensidad variable A menudo se observa que una situación (estímulo externo) sólo desencadena un poco de piel
EMDR nos permite recuperar las fases REM perdidas y desaprender nuestra ansiedad
Desarrollada originalmente como terapia de procesamiento de traumas, la EMDR se utiliza ahora también en coaching en innumerables situaciones cotidianas. Especialmente en el autocoaching EMDR, permite al usuario reaccionar rápidamente a las tensiones emocionales y mentales (condiciones no enfermas).
Gracias a las gafas EMDR REMSTIM 3000 y a las instrucciones para el autocoaching EMDR, en muchos casos se pueden desaprender los miedos (no enfermizos). Como resultado, la reacción de miedo suele reducirse considerablemente. La desagradable y estresante sensación de ansiedad se transforma así en una soportable sensación de conciencia en situaciones similares vividas en el futuro (lea más sobre esto en Efectos de estimulación de EMDR). En particular, las capacidades cognitivas vuelven a cobrar protagonismo por primera vez, lo que nos permite reevaluar situaciones que antes estaban cargadas de miedo y nos permite desarrollar estrategias y soluciones útiles.
Si seguimos dominados por el antiguo comportamiento del miedo, tratamos sobre todo de evitar las situaciones temibles. Tras el autocoaching EMDR, las propias opciones de acción suelen aumentar notablemente.
Nuestra memoria de experiencias emocionales recuerda y reacciona de una nueva forma funcional en el futuro gracias a la reintegración cerebral de la anterior experiencia inductora de miedo mediante EMDR. Los marcadores somáticos ya no transmiten “miedo y pánico desnudos”, sino que envían un mensaje de contenido soportable que podemos asimilar con más calma y que nos permite actuar conscientemente.
Una señal de que hemos olvidado nuestro miedo.